Particularmente me gusta ver el cielo gris oscuro repleto de nubes dispuestas a dejar caer el agua en la tierra por medio de una gran tormenta, muchas veces odiamos la lluvia porque nos moja, nos despeina y siempre corremos a escampar en algún sitio. Solo los valientes se atreven a disfrutar de una tormenta, unos prefieren verla desde la ventana disfrutando del sonido poderoso de los rayos y del agua sin dejar de lado el ver los relámpagos de luz. Otros aún mas valientes se dejan mojar la ropa y sonríen cuando todo el mundo corre, los valientes cuentan que mojarse bajo la lluvia es una sensación renovadora, te hace sentir diferente a los demás, te sientes mas joven quizás porque los niños son los que practican esto, aveces interrumpidos por las abuelas que llevan un paraguas porque le tienen miedo a la lluvia.
Las tormentas y los relámpagos nos recuerdan el poder de Dios porque cuando hay sol aveces vamos sonriendo tranquilos, incluso nos sentimos poderosos en una oficina manipulando a nuestro antojo aparatos eléctricos pero sentimos tanto miedo cuando aparece desde el cielo un inmenso rayo de luz acompañado de un sonido que nos recuerda donde está realmente el poder. Las tormentas también son comparadas con los problemas quizás por que las vemos tan difíciles de aceptar pero una vez llegan podemos decidir si sonreímos mojados o maldecimos el día bajo el paraguas conservando el peinado que representa en esta paradoja algo valioso para nuestra vida y sabiendo que tenemos los zapatos mojados que en ese caso serian las consecuencias de nuestros actos.
Las tormentas nos recuerdan que no son eternas, que podemos disfrutarlas si queremos y que muchas son poderosas y dan mucho miedo pero si no existieran la tierra se secaría. Procura que las tormentas de la vida no inunden tu corazón de amargura saca el paraguas de tus capacidades o mójate de amor para soportarlas.
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